Si hay algo que he aprendido haciendo la ruta del Cares es que nunca hay que sacar la merienda si hay una cabra por los alrededores (y mucho menos si hay tres).
Estábamos ya en los últimos kilómetros de la ruta del Cares cuando decidimos hacer una parada para descansar y comer algo. Vimos una zona donde el camino se ensanchaba y decidimos parar ahí. A unos 50 metros había tres cabras subidas a una tapia y dos senderistas dándoles algo de comer.
Estábamos ya en los últimos kilómetros de la ruta del Cares cuando decidimos hacer una parada para descansar y comer algo. Vimos una zona donde el camino se ensanchaba y decidimos parar ahí. A unos 50 metros había tres cabras subidas a una tapia y dos senderistas dándoles algo de comer.
Dejo la mochila en el suelo y saco de ella un Kinder Bueno, lo empiezo a abrir y de repente me siento observada. Veo a las tres cabras que han saltado la tapia y se dirigen hacia mí. Me intentan quitar mi Kinder Bueno y yo a duras penas consigo esconderlo en mi bolsillo. Como me había sobrado pan de la comida decido compartirlo con ellas, pero cuando lo intento sacar de la mochila las tres cabras intentan meter sus cabezas en la mochila a ver que pueden apañar. Depués de una pequeña disputa con las cabras recupero mi mochila, saco el pan y les echo unos trocitos. Menuda voracidad, comen mucho más rápido de lo que yo puedo partir el pan y me lo intentan quitar de las manos, incluso una se me sube encima, por lo que intento estar lo más alejada posible del precipicio.
Ya me imaginaba los titularesde la prensa: "Despeñada en la ruta del Cares tras intento de robo de merienda por tres voraces cabras".
Cuando termino de darles el trozo de pan pasa una pareja y las cabras se van tras ellos en un nuevo intento de conseguir comida. Unos minutos después veo que están suficientemente alejadas y decido continuar con mi intento de merendar. Recupero el Kinder Bueno de mi bolsillo y al empezar de nuevo a abrirlo veo que las tres cabras se paran en seco, levantan sus orejas, dan la vuelta y empiezan a correr hacia mí. Al momento tengo de nuevo a las 3 cabras a mi lado en un nuevo intento de robo del Kinder.
Como todavía me quedaba un trozo de pan se lo doy también y aprovecho para hacerles unas fotos y un video.
Al final desisto de tomar el Kinder allí, recogo mis cosas en la mochila, vuelvo a coger los bastones y me alejo del lugar donde están las cabras.
Un kilómetro después me paro, levanto la vista, miro bien por los alrededores, me aseguro de que no hay ninguna cabra cerca, y esta vez sí, abro por fin el Kinder y disfruto de mi merienda.
Moraleja: "Si de verdad quieres merendar nunca lo hagas cerca de una cabra o será ella la que meriende".
Bromas aparte, en la ruta del Cares podemos disfrutar (o sufrir si lo que intentamos es comer) la compañía de numerosas cabras. Incluso vimos a dos pequeños cabritillos haciendo malabares sobre sus patas por los bordes del precipicio y subiendo por laderas imposibles. Hay que tener cuidado si están por encima de nuestras cabezas porque a veces desprenden piedras y tener la precaución de no estar muy cerca del borde del precipicio si está alguna cerca. Por lo demás, son muy simpáticas.
Este es el VIDEO donde podéis ver lo que pasa si intentáis abrir un Kinder en presencia de 3 cabras.
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