jueves, 24 de junio de 2010

SENDERISMO: De Oriñón a Laredo, con subida al Candina y Salpico (19-06-10).




TRACK GPS: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=986615.

INFORMACIÓN BÁSICA:

- Longitud: 16.5 km.
- Desnviel acumulado de subida: 820 metros.
- Dificultad: Alta. Si sólo queremos hacer la ruta de Oriñón a Laredo por la costa no encontraremos grandes dificultades. La subida al Candina y Salpico las hicimos en ocasiones campo a través pues no veíamos camino, por zonas de lapiaz y fuerte desnivel, y en algunos tramos tuvimos que ayudarnos con las manos, como la trepada final al Candina.



Desde hace ya algunos meses tenía pendiente la ruta de la costa de Oriñón a Laredo. Cómo quería complicarlo un poco y subir a alguna cima me puse a "investigar" en internet y planifiqué la subida al Candina y al Salpico.

Al Candina ya había subido hace algunos años pero por la vertiente Sur, mucho más fácil y accesible.

Como la ruta es lineal necesitamos dos coches, dejamos uno en Laredo y con el otro nos fuimos para Oriñón.



Aparcamos cerca del camping y siguiendo una senda peatonal a lo largo de la carretera nos dirigimos hasta Sonabia.

Allí tomamos un camino a la izquierda, señalizado por un cartel que nos indicaba que hasta Laredo teníamos 9 kilómetros y 3:15 horas. Como nosotras teníamos que subir a los dos picos ya sabíamos que nos teníamos que preparar para varias horas más.



Primero por camino y luego por sendero en algunas zonas con arena, vamos poco a poco tomando altura y ganando vistas a la playa de Sonabia.



En estos inicios la ruta está señalizada por flechas rojas muy visibles.



A medida que vamos ganando altura las vistas van siendo cada vez más espectaculares, y se puede contemplar la "Ballena de Oriñón", una península rocosa que recibe ese nombre por su parecido con dicho cetáceo.



El camino se va complicando por momentos, aumentando el desnivel y las rocas que tenemos que ir superando.



En algunos tramos nos tenemos que ayudar con las manos.



Las bonitas vistas continúan, si miramos hacia el Oeste podemos ver al fondo el Buciero de Santoña y la playa de Laredo, nuestro punto de destino final que ahora está todavía muy lejano.



¿Y qué animalillos podíamos encontrar por estos parajes?, una cabra con sus dos cabritillos. Hay que ser un poco cabra para andar por ahí.



Eso en tierra, porque desde el aire nos observan varios buitres. De hecho el Candina cuenta con la única buitrera de la Península Ibérica que da al mar y la mayor colonia de buitres leonados. Este día había pocos y sólo les pudimos ver desde muy lejos.

Lo que son una auténtica maravilla son las vistas desde allí, unas de las más bonitas de la costa cántabra.



Seguimos ascendiendo sin seguir ningún camino, por donde nos parecía que el paso podía ser algo más cómodo; el esfuerzo es considerable ya que ascendimos de forma vertical superando fuertes desniveles.



Después de un rato subiendo como podíamos vemos ya un camino, la cima del Candina y los ojos del diablo, lugar al que nos dirigimos para hacer unas bonitas fotos.







Decidimos comer en lugar resguardado del aire antes de comenzar la ascensión al Candina. Tras comer nos ponemos a ello. Somos incapaces de encontrar el camino correcto, así que subimos por donde nos parece, entre el lapiaz y hierbajos, que pisaba con miedo por si había algún agujero debajo.

Unos metros más arriba encontramos el camino por el que teníamos que haber llegado hasta allí, mucho más fácil que el loco ascenso por el que nos habíamos metido.



Seguimos ya el sendero, marcado con las señales rojas y blancas de pequeño recorrido. Menuda diferencia con lo anterior, que bien se camina por allí.

Unos metros más adelante volvemos a perder el sendero marcado, pero como ya vemos el vertice geodésico del Candina decidimos volver de nuevo a ir por donde mejor pudiéramos.



Llega un momento en el que me bloqueo. Hay una zona de lapiaz con grandes huecos entre la piedra y aristas afiladas hacia arriba. Me empieza a entrar cierto "vértigo" y me veo obligada a sentarme y relajarme unos minutos. Mi miedo a la altura hace que me sea imposible seguir subiendo por allí, soy incapaz de mover los pies con seguridad y me siento muy patosa, en esas condiciones seguro que me caigo y no es tanto problema los grandes agujeros entre las rocas por los que creo que no quepo, sino lo afilado de las aristas que en caso de caída puede ser muy peligroso. Si no puedo avanzar, toca intentar retroceder, y si no puedo retroceder estaré en un serio problema. A duras penas consigo deshacer un par de metros y encontrar una zona de subida más fácil. Menos mal, ya me veía llamando al 112.



Los últimos metros hasta el vértice geodésico son muy complicados para mi, hay que subir agarrándose con las manos y en cuanto miro hacia abajo me entra de nuevo el tembleque. Cuando me queda un metro decido no seguir porque veo que voy a tener dificultades para bajar y no me veo capaz. Tras unos segundos de dudas cambio de idea, no lo puedo dejar teníendolo tan cerca. Sólo tengo que tener cuidad e ir tranquila. Y por fin llego a la cima.



Si hace unas semanas me sentía como Contador cuando sólo era el farolillo rojo del Soplao en esos momentos me sentía como Edurne Pasaban coronando un 8 mil, cuando sólo era una dominguera coronando un medio mil.



Una cima conquistada ahora nos quedaba la otra y hacia ella nos dirigimos, esta vez por un camino más sencillo.



Un montículo de piedras indicaba el punto más alto del Salpico y uno de los lugares donde más soplaba el aire.



Me siento, me agarro para que el aire no me tire y me hago una foto. Segunda medio mil del día también superado.



Las vistas desde allí como no podía ser de otra manera espectaculares.

Poco a poco comenzamos la bajada, siguiendo las marcas de sendero de gran recorrido y con algunas zonas complicadas en las que nos teníamos que ayudar con las manos.



Llega un momento en el que también hay marcas blancas y amarillas de sendero de pequeño recorrido que decidimos seguir, aunque pronto vuelven a aparecer las de largo recorrido.



Asi vamos bajando hasta llegar a una zona boscosa en la que también hay una cabra con un cabritillo. Como me gustan estos bichejos.



Una vez abajo ya llegamos a un camino más ancho y cómodo. Desde él parecía mentira que un rato antes hubiéramos estado en lo más alto de la montaña.



Un cartel nos ofrece información sobre el Karst y el valle de Liendo. Pongo aquí unas fotos por partes de él para aprender algo más sobre el paisaje calizo de esta zona.



























El camino pasa al lado de las ruinas de la ermita de San Julian.





Unos caballos al vernos se acercan a saludarnos.





Siguiendo el camino llegamos a la Yesera.



Por esta zona ya había estado en la Marcha mtb de los Tojos, pero el caminar sin tener que andar empujando la bici hace la subida de la Yesera mucho más fácil.



Siguiendo las marchas de flechas amarillas en las rocas por fin llegamos a ver nuestro objetivo final, Laredo y su playa de la Salvé.



En resumen, una ruta muy bonita por la costa oriental de Cantabria, que podemos hacer más o menos sencilla según hagamos sólo Oriñón-Laredo o también la subida al Candina.

Y aquí un corto vídeo con algunas de las vistas que podemos contemplar durante la ruta:

FLACA: Sarón - Alto de San Martín - Cruz de Esles (08-06-10).




Y el perfil con el nombre de los lugares por los que pasamos cortesía de Samuel:



TRACK GPS: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=985321.

INFORMACIÓN BÁSICA:

- Longitud: 52 km.
- Desnivel acumulado de subida: 600 metros.
- Dificultad: Baja.



Después del fin de semana del Soplao y Los Tojos teníamos ruta de carretera de novat@s para la gente que está empezando con esto de la flaca.

En esta ocasión quedamos en Sarón. El día amenazaba lluvia pero no terminaba de llover así que decidí ir a pesar de que con la flaca me da pánico la lluvia. Todavía no había llegado a Sarón con el coche cuando empezó a lloviznar. Estuve tentada de dar la vuelta pero decidí seguir para por lo menos saludar a mis compañeros.

Cuando llegué al punto de salida ya estaban Samuel y Manguel que habían ido en bici y ya les daba igual que lloviera que no. Seguía lloviendo y mi intención era no bajar la bici del coche y volver para casa, pero.... Al final pudieron más las ganas de andar en bici que el miedo al agua y decidí salir.

También se atrevieron a aparecer por allí Nachogo y Anfíbola, con lo que al final fuimos 5 los valientes que nos atrevimos con el día lluvioso.



Eramos cinco y tres con el mismo chubasquero naranja fosforito, que poco exclusivos somos.

La primera dificultad y la mayor del día era el alto de San Martín, y a pesar de ser un puertecillo pequeño y sin ninguna dificultad tuve que meter todo para subir, las piernas no me iban a pesar de que hasta allí ya llevábamos 15 kilómetros de llano; pero claro, después del palizón del fin de semana tampoco podía pretender estar como nueva.

Sin embargo a medida que fuimos haciendo kilómetros me fui encontrando mejor e incluso en la última subida y sabiendo que era la última, me atreví a hacer un spring con Samuel y Manguel. Incluso cuando estoy cansada cuantos más kilómetros ruedo mejor me encuentro.



Y así con altos y bajos transcurrió mi primera ruta con la flaca lloviendo. No fue para tanto, ya le tengo un poco menos de miedo al agua.



La fotos, como en casi todos las rutas de flaca, son cortesía y trabajo de Samuel.